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Introducción

”Frente a un gran universo somos pequeños  microorganismos y no por eso dejamos de ser importantes para Dios”

Desde  el  mismo  momento  del  nacimiento,  nuestro  cuerpo  es  colonizado por  un  sin número de  microorganismos, convirtiéndose  en  biota permanente   del  cuerpo  humano. Todas las  áreas del  cuerpo  humano con  excepción  de  los   sitios  y  líquidos  estériles (sangre, liquido cefalorraquídeo, líquidos pleurales, ascéticos, sinoviales, etc.),  albergan bacterias  y  hongos.  La  biota  del  cuerpo  humano  se  encarga  de  protegerlo de  que  de  otros  patógenos que  lo  colonicen  e  invadan produciendo  entonces  las  denominadas  enfermedades infecciosas.

La  piel  y  mucosas  hospedan una  gran variedad  de  microorganismos  que  se  pueden  dividir  en  dos grupos: 1) la  flora  residente que son  los microorganismos  que  se  encuentran  de  forma  permanente en  un  sitio  dado  y  a una  edad  dada. Si  por  algún  motivo  se  reduce  esta  biota   se  restablece  espontáneamente  con rapidez y  2) la  flora transitoria que son  los microorganismos  no  patógenos  o potencialmente patógenos hospedados  en piel  y  mucosas por  horas, días o  semanas, provienen  del  medio  ambiente  y  que no  se  establecen de  forma  permanente  en  las  áreas  colonizadas.